Bueno, seguimos con esto, ya que aparecieron las hojas que creíamos perdidas y que tuvimos que consultar para hacer el reglamento del Juego...
-Má, fue mi culpa.
-¡NEGRO MATIZIO! ¿DÓNDE ESTÁ EL AMARILLO DE TU HERMANO?
-Querida... Amarillo quizo hacerse un cambio de look (lol) ^^
-¡Negro! ¡Respondeme!
Él se sentó en la silla sin mirarla. Su madre estaba de mal humor -como siempre-, su pelo azabache caía sobre su rostro y lo penetraba con sus ojos oscuros.
-Nada, mamá. Amarillo estaba aburrido de su color, punto. No hay nada que explicar.
Su hermano lo miraba entre asombrado y asustado. Sin duda pensaba que se había vuelto loco. ¿Se había vuelto loco? Eso desde siempre. Entonces, ¿ELLA lo había vuelto coherente?
¿Por qué seguía pensando en ella? ¿Por qué no podía olvidarla? Su madre le gritaba pero él no lograba prestarte atención. Se levantó de la mesa y subió a su habitación.
-¡Negro! ¡Vení para acá inmediatamente!
-Ya déjalo -le dijo Blanco, ex Amarillo-.
¿Y a éste qué le pasaba? Ahora mamá me volvía a gritar a mí, pero ya estábamos todos tan acostumbrados -o al menos lo estaba Negro y, por supuesto, papá (^^)- que por una vez yo tampoco la escuchaba.
¿Había estado mal abusar de él haciendole recordar a Esmeralda? ¿Al final todo era mi culpa? ¿Mi culpa?
No importaba. Negro era tan cerrado que no valía la pena perder el tiempo intentándolo. Mamá suspiró.
-Yo me paso todo el día trabajando para vivir en un lugar mejor y ustedes hacen lo que quieren, pero va a llegar el día en el que la gente como ustedes, que me desobedece, muera.
-Hice duraaaznos ♫ -Papá entró con una bandeja de comida.
¬¬ Estábamos todos mal de la cabeza.
¿Ahora miraba por la ventana? ¿Desde cuándo? Su hermano tenía la culpa, pensó enfurecido. Tenía que tenerla.
Y sin embargo no la tenía. La cupa era suya, por imbécil. Rió irónicamente. Su hermano la había liado por él. Después de todo, no había que meter personas en el lavarropas, ¿no?
La calle desierta lo preocupó un poco. ¿Su hermano habría levantado la papilla que había dejado en el suelo? Tal vez podría patearla un poco más, muajajá.
Saltó por la ventana -un sólo piso- y con cuidado comenzó a caminar por un callejón. ¿Un callejón? ¿De dónde había salido? ¿Qué importaba, de todos modos?
Cuando llegó al árbol se sorprendió. Tanto la chica como la deformidad del suelo seguían allí. Y no estaban sólos. Un extraño se apoyaba contra el árbol y sostenía a la niña inconciente, marcada en su rostro una sonrisa torcida.
En el próximo capítulo...
~Caminé por las calles, los callejones, con un único destino~
~Nos encontramos de nuevo, Negro~
~Tú...~
^^
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