Que se sepa, esto no es producción nuestra sino de Tréveron, pero está tan genial que se me ocurrió pegarlo acá, con su respectivo link a su blog.
Todos y cada uno de nosotros vivimos en un mundo de cuento de hadas.
En un mundo donde una Blancanieves abotargada fue envenenada por el colesterol de una hamburguesa. Donde Caperucita Roja atropelló al Lobo Feroz con su Hammer dejando a su cadáver destripado tirado en la cuneta.
Un mundo donde la Bella Durmiente no despertó de un sueño provocado por la aguja de una jeringuilla con heroína demasiado pura, y donde la Cenicienta perdió sus zapatos de cristal, sus bragas y su dignidad por volver a casa pasada la medianoche.
Vivimos allí donde Peter Pan fue encarcelado por tocar a sus niños perdidos, donde Aladino sólo le pidió al genio una puta más, y donde Rapunzel se rapó al cero cuando su príncipe estaba a cincuenta metros de altura.
Donde los Patitos Feos se suicidan antes de convertirse en cisnes, donde niños como Hansel y Gretel mueren de comas diabéticos. Donde la Sirenita se ahogó envuelta en una red de pesca al perder su cola por unas piernas que abría para cualquiera.
Este es el mundo donde Alicia se cortó las venas con un trozo del espejo que no pudo atravesar, donde los miembros de Ricitos de Oro fueron arrancados de cuajo por tres osos furiosos. Donde una Dorothy aterrorizada se niega a salir de su habitación porque cree que su espantapájaros la asesinará.
Allá donde los peleteros forran sus ropas con la piel de mil y un dálmatas, donde Pedro abandonó a una Heidi embarazada. Donde los muñecos de madera como Pinocho han sido sustituidos por muñecas hinchables a quien ninguna Hada escucha.
Vivimos donde Pedro nunca bromeó sobre el Lobo que le acabó devorando, donde un ex-músico sociópata sodomiza ratas con su flauta en una oscura habitación de Hamelin. Donde una Bella con el rostro amoratado descubrió que su príncipe era una Bestia aunque ya no tuviera cuernos.
Aquí Pocahontas aun guarda las cabelleras bañadas en la sangre reseca de los colonos, aquí un rastro de anfetaminas y no de migas de pan nos conduce al cadáver rodeado de vómito de Pulgarcito. Aquí los pesticidas ya no dañan a la abeja Maya.
Los cuentos de hadas se han adaptado a una realidad tan adulta e insensible como nosotros.
Abrid bien los ojos y preguntaos:
¿Quién lee a quién?
Todos y cada uno de nosotros vivimos en un mundo de cuento de hadas.
En un mundo donde una Blancanieves abotargada fue envenenada por el colesterol de una hamburguesa. Donde Caperucita Roja atropelló al Lobo Feroz con su Hammer dejando a su cadáver destripado tirado en la cuneta.
Un mundo donde la Bella Durmiente no despertó de un sueño provocado por la aguja de una jeringuilla con heroína demasiado pura, y donde la Cenicienta perdió sus zapatos de cristal, sus bragas y su dignidad por volver a casa pasada la medianoche.
Vivimos allí donde Peter Pan fue encarcelado por tocar a sus niños perdidos, donde Aladino sólo le pidió al genio una puta más, y donde Rapunzel se rapó al cero cuando su príncipe estaba a cincuenta metros de altura.
Donde los Patitos Feos se suicidan antes de convertirse en cisnes, donde niños como Hansel y Gretel mueren de comas diabéticos. Donde la Sirenita se ahogó envuelta en una red de pesca al perder su cola por unas piernas que abría para cualquiera.
Este es el mundo donde Alicia se cortó las venas con un trozo del espejo que no pudo atravesar, donde los miembros de Ricitos de Oro fueron arrancados de cuajo por tres osos furiosos. Donde una Dorothy aterrorizada se niega a salir de su habitación porque cree que su espantapájaros la asesinará.
Allá donde los peleteros forran sus ropas con la piel de mil y un dálmatas, donde Pedro abandonó a una Heidi embarazada. Donde los muñecos de madera como Pinocho han sido sustituidos por muñecas hinchables a quien ninguna Hada escucha.
Vivimos donde Pedro nunca bromeó sobre el Lobo que le acabó devorando, donde un ex-músico sociópata sodomiza ratas con su flauta en una oscura habitación de Hamelin. Donde una Bella con el rostro amoratado descubrió que su príncipe era una Bestia aunque ya no tuviera cuernos.
Aquí Pocahontas aun guarda las cabelleras bañadas en la sangre reseca de los colonos, aquí un rastro de anfetaminas y no de migas de pan nos conduce al cadáver rodeado de vómito de Pulgarcito. Aquí los pesticidas ya no dañan a la abeja Maya.
Los cuentos de hadas se han adaptado a una realidad tan adulta e insensible como nosotros.
Abrid bien los ojos y preguntaos:
¿Quién lee a quién?
Tréveron
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