Me giré sobre mis pies, no podía volver a mirarla a los ojos. Sin embargo, fue mucho más grande mi sorpresa cuando a trasluz distinguí la figura de Negro con los ojos muy abiertos. No parecía estar en sí mismo. Se me acercó, me sacó la billetera que llevaba en el bolsillo y siguió de largo, en dirección a los pies del árbol, donde se hallaba Rojo.
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¿Esa cosa informe...? ¿Esa cosa que casi parecía una persona...? ¿¡Era una!? Cerró los puños, pero ni pudo parar su temblor. Y él... ¿él era responsable? Y ese color... Ese bordó que cubría el cuerpo... Lo levantó del suelo con su mano cerrada sobre aquella remera roja manchada de sangre.
-¿Dónde? ¿¡Dónde!? ¿¡Dónde está tu hermano!?
La cabeza se le ladeó hacia un lado, y no salió ninguna palabra de sus labios. Su hermano lo había dejado inconsciente.
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-¡Me la debés, enano! ¡No puedo creer que hayas hecho este desastre!
-¿¡¡Por qué!!? -gritaba Rosa, a un lado de Rojo.
-Creeme, niña, no hacían buena pareja.
-¿Qué hacés aquí, Negro? -le pregunté, devastado.
-Vine a salvarte de vos mismo y a conseguir información, pero no lo pude hacer, gracias a tí.
-¿Salvarme? Como si fuera cierto. Y no sería culpa de tu "monstruo" si no lo hubieras provocado primero.
-No me importa lo que te suceda, si quieres ir preso, hazlo; lo único que no quiero es que suceda lo mismo de hace tantos años. No voy a tenerte piedad, no seas iluso, sólo que...
-¿Sólo que qué? ¿Lo mismo? ¿De que hablás, Negro? ¿Pensás que habría llegado a esto si...?
-Callate -su tono de vos me asustó, y retrocedí unos pasos. Nunca lo había visto tan enojado. Tenía los ojos clavados en mí.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué me trataba así? ¿Cuál era su problema? No lograba entenderlo. No podía.
~~~-¡Suelta a Rosa!~~~
Y me despido, al menos habiendo cumplido con esto, ya que lamento informar que con política yo no me meto, así que, Obama, tranquilo que te salvás. Por ahora.
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